Museo? No, gracias.







Fotografía https://www.thearchaeologist.org/blog/huaca-huallamarca-a-beautiful-restored-adobe-pyramid-in-lima-peru



Recuerdo con fascinación mi primera experiencia en un museo. En mi época escolar, dentro de las actividades para un niño de primaria -no recuerdo bien si fue en primero o segundo- estaba la de salir a dar un paseo por los alrededores del colegio. Dimos la vuelta a la manzana, aprendimos que la puerta del colegio estaba en la calle Salamanca, y que en esa misma calle existía y existe un templo preinca. Fräulein Tempel, una alemana enamorada de la cultura peruana, nos llevó a ver la Huaca de Huallamarca y su museo de sitio. La verdad es que no estoy segura de que esa fuera la primera vez que entraba en un museo pero después de medio siglo el recuerdo de esa experiencia es la que se ha fijado en un lugar privilegiado de mi mente. De acuerdo a mi memoria infantil el espacio era pequeño, iluminado a media luz y en el centro de la sala había una urna de cristal sobre la que el rayo más intenso caía como la luz del sol a mediodía. Me sorprendió -pero no me asustó- ver dentro a una momia. Todavía conservaba algunos dientes y tenía un pelo largo y la ropa puesta. Alrededor se habían dispuesto objetos encontrados también durante los trabajos arqueológicos realizados en el lugar. Eran metales, huacos y vasijas que con su decoración contaban historias. Al volver al colegio escribimos, dibujamos y pintamos lo que habíamos visto. Esa primera experiencia me enseñó a amar a los museos, a Mirar los objetos y simultáneamente a escucharlos. No recuerdo lo que nos narraron sobre ellos y, si alguien lo hizo, sólo se me han quedado grabadas las imágenes y las sensaciones. Que seguramente sirvieron, años más adelante, para comprender los cursos de historia.


Ahora, cuando entro en un museo no busco el sentido correcto del tráfico, como si estuviera en una calle, y no leo la información de las cartelas sino después de contemplar lo que me atrajo. Selecciono el museo o la exhibición a la que quiero ir leyendo sobre el autor, sobre el comisario o el coleccionista. Lo que he aprendido de mi primer recuerdo en un museo es entrar en el espacio con ignorancia y dejar que la exhibición me sorprenda. Y una vez dentro, dejarme cautivar por el objeto que llame mi atención y Mirarlo, y a lo mejor si nos llegamos a conocer, me hablará.


A veces la primera experiencia en un museo no es la mejor, y lo he vivido cuando he visitado museos muy grandes en los que hay que hacer filas interminables para entrar, y una vez dentro ir siguiendo la procesión de visitantes. Son espacios donde no hay silencio para escuchar al objeto, donde no hay espacio para detenerse y Mirar. Huyo de esos museos, ahora persigo esos museos pequeños a los que nadie va, museos de sitio, de fundaciones, de colecciones privadas, donde el tiempo se deja detener y donde el silencio me deja escuchar.

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