DEVELÀRE

Celia Eslava


Museo de Navarra

19.Junio 2020 - 14 Marzo 2021




La artista ocupa el espacio que funcionó como capilla del antiguo Hospital de Navarra en el Casco Antiguo de Pamplona. Su instalación site specific nos evoca a lo femenino, a esa herencia genética, psicológica e incluso biológica que cargamos las mujeres inconscientemente. Con mucha sutileza y sin forzar al espectador lo va dirigiendo hacia el pensamiento de lo femenino. 


En posición central justo antes de la línea que se proyecta con el cambio de alturas en la base del coro de la capilla, Celia Eslava ha ubicado una urna con tres piezas hechas con pelo sintético que simula el pelo femenino. Son trozos largos sujetos en gordos mechones y trenzados de diversas maneras. El pelo en la mujer tiene mucho significado, se le corta el pelo a las mujeres judías ortodoxas al contraer matrimonio, antiguamente a las niñas cristianas al hacer la primera comunión, a las monjas al entrar al convento y mientras permanecen en él. Se cae el pelo con la quimioterapia a las enfermas de cáncer y las esclavas que trabajaban en el campo utilizaban su pelo para, al peinarlo, lograr mapas de escape. Por otro lado, el pelo es un elemento seductor en la mujer.


Otras piezas que forman parte de la exhibición son elementos “fragmentados” del cuerpo de la mujer, hechos en porcelana. La artista ha incluido en esta serie una pieza que representa un vientre de mujer embarazada. Miriñaques forrados en tela blanca y suspendidos con cables logran una sensación de movimiento sutil de baile que a la vez sugiere la acción de acunar.  Tal vez esto sea -como sostiene ella- por el hecho de que mientras preparaba la muestra, se preparaba también para ser abuela.


Un elemento que acompaña los miriñaques, son dos “escaleras” de tela que se ubican al lado del altar que preside el espacio original.   Estas escaleras sugieren lo eterno, el ejercicio espiritual que acompaña al alma hacia lo más elevado.  

Hacia uno de los retablos laterales se encuentran unas cajas de alabastro iluminadas interiormente, estas cajas sugieren la interioridad del alma, del inconsciente que ilumina y condiciona nuestras vidas. Eso escondido -heredado- de lo que no somos conscientes y a lo que no es fácil acceder.


Por último, en el segundo espacio lateral, delante del tercer retablo, está instalada una obra anterior de Celia que por tradición del Museo de Navarra, un nuevo montaje debe incluir un elemento de una exhibición anterior del artista. Esta pieza es la que ella llama el “sudario/herbario” que evoca la vida y la muerte. Una serie de pequeñas piezas que representan en alto relieve diversas hojas y flores, la artista las ha unido con hilo tejido con la técnica del crochet y el resultado ha sido una suerte de bata en forma de “T” sostenida mediante un madero horizontal suspendido con cables, lo que hace referencia al crucificado, idea que se refuerza por el espacio que alberga la instalación.


La artista comienza su proceso con el manejo de textiles, así mediante hilos crea un trozo de tejido hecho con nudos que remata en pequeñas perlas. Celia nos dice que el proceso de ese tejido va en paralelo con el resto de la creación, es el medio que personalmente ha descubierto como detonante de su inspiración. 


El gran reto ha sido adaptar la obra de arte al espacio arquitectónico y su decorado -retablos barrocos recubiertos en pan de oro que incorporan esculturas que representan figuras religiosas-.  La artista ha utilizado como materiales el hilo, la tela y la porcelana, todos en blanco que es lo que caracteriza su trabajo, con un resultado exitoso. El espacio y la obra de arte conversan armónicamente, la verticalidad del espacio se mantiene y se asegura la intención de elevación espiritual, a la vez el carácter de capilla que ha formado parte de un hospital se ha afirmado mediante esa sugerencia femenina que acuna, que cuida y se entrega.


Esta exposición me mueve el recuerdo de las mujeres de mi familia.  Mis abuelas, mi madre y mis tÍas, que fueron mujeres que sostuvieron sus hogares a costa del control de sus emociones y de dejar a un lado sus propias aspiraciones y gustos.  Incluso muchas veces aguantando de una manera estoica situaciones que no eran agradables para ellas.  De acuerdo a los tiempos que les tocó vivir, pusieron su vida y su voluntad por detrás de la de sus maridos y sus hijo, convirtiéndose silenciosamente en columna vertebral del hogar. Me mueve el agradecimiento porque de una manera o de otra, soy como soy gracias a ellas.


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